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Pavillion/ Muros que no separan (em espanhol) 

La Hamburger Bahnhof - Museum für Gegenwart Berlin exhibió entre los meses de noviembre de 2014 y enero de 2015 la muestra Wall works. Acá los muros no buscaban segregar o dividir. Servían para unificar los diferentes lenguajes artísticos que fueron adaptados al ambiente del pabellón para componer los cinco bloques de la exposición. Cada capítulo de la muestra contenía un cuestionamiento central y distinto, diversamente de lo que se acostumbra ver en las tradicionales pinturas murales, que existen desde los albores de la historia de la humanidad. El visitante presenciaba el conflicto artístico de las obras con las paredes, aquí como elemento de soporte pictórico y, paralelamente, como un delimitador espacial.

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El mural inicial del conceptualista francés Daniel Buren (Unexpected Variable Configurations: a work in situ, 1998) buscaba provocar el cuestionamiento sobre las condiciones de presentación y de medida del arte en nuestra realidad, ya que la relación entre espacio artístico y espacio real era prácticamente inexistente. Los anillos policromáticos de la inglesa Sarah Morris, Rings (1972), capturaban a su vez formas abstractas circulares en movimiento para hacernos reflexionar sobre el desarrollo urbano y social.

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En el segundo pabellón se confrontaban las tradicionales pinturas sobre tela y sobre pared, que retomaban el espectro de las tendencias abstractas de fines de los años sesenta.

El mural minimalista y conceptual, metódica y coloridamente trabajado, del neoyorquino Peter Halley (Static wallpaper, 1998), daba al observador una sensación embriagadora ante la fuerza de sus cuadrados multicolores, al modo de enormes pixeles. A través de la repetición mecánica de imágenes geométricas con delicados trazos impresos, el artista hacía referencia a las estructuras de comunicación y organización de la era tecnológica. El tercer pabellón está dedicado al paisaje urbano. El californiano Matt Mullican buscaba con su Untitled (1998) descifrar o recodificar el medio urbano con un sistema de símbolos.

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En el penúltimo pabellón se destacaba la instalación de la alemana Katharina Grosse (I Think This is a Pine Tree, –"Creo que esto es un pino", 2013), con inmensos troncos de árboles cubiertos por capas multicolores de pintura aplicada a soplete, en que se reflexionaba sobre el espacio del arte y el espacio legitimado del observador. Además de la intervención directa en la superficie de la pared, también con grafiti, el joven alemán Nasan Tur, en Berlin says (2013), registró lo que los habitantes de la capital acostumbran decir, hasta que los espacios entre las palabra fueran completamente cubiertos por nuevos decires. El proceso se acompañaba con un video.

 

En el último pabellón se evocaba la conexión del cuerpo humano y el espacio arquitectónico y, consecuentemente, social. La performance del peruano Antonio Paucar, Voltereta en el azul Yves Klein (2013) - foto abajo, consistía en que el artista se paraba sobre pigmento azul (creado y patentado por) Klein y luego hacía la vertical. Con sus piernas en alto pegaba una voltereta hasta impactar sus pies sobre la pared, utilizándolos como pincel, de modo que dejaba sus huellas impresas a través de una precisa y concentrada acción artística.

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Observações: 

  • Este texto foi originalmente publicado em espanhol no jornal argentino Página 12 do dia 25 de fevereiro de 2014.

  • As fotos da exposição foram tiradas por Renata Martins. 

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